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Como no hemos tenido títulos muy llamativos últimamente, quisimos "revivir" alguna de las películas más recientes, pero que no habían recibido un lugar especial en este blog; y que realmente se lo merecen.
Destacamos especialmente dos, de diferentes géneros y gustos, pero que comparten una gran calidad, y nos muestran emergentes mercados del cine internacional que están llevando a la gran pantalla obras de muy alto nivel: España e Irlanda.
EL ORFANATO: Laura y Carlos, un matrimonio con un hijo pequeño, Simón, se dispone a inaugurar una residencia para niños discapacitados, situada a las afueras de una localidad costera. El antiguo caserón, reacondicionado para su nueva función, fue la sede años atrás un orfanato, entre cuyas paredes creció Laura, antes de que fuera finalmente adoptada. Recién instalados con la ilusión de ayudar a los futuros huéspedes de la residencia, y en vísperas de ponerla en marcha, se acentúa la costumbre del pequeño de jugar

con sus "amigos invisibles". Lo que sus padres consideran una afición más o menos inofensiva, pero que debería ser erradicada, crece de grado cuando el chaval asegura tener como compañeros de sus juegos a antiguos habitantes del lugar. El extremo de conducta tan poco convencional se alcanza en la jornada de la inauguración: entre los niños que van a ser internados y sus familiares, se deja ver un pequeño con uniforme de otra época y la cabeza cubierta con un capuchón; tal hecho coincide con una discusión entre Laura y su hijo, que termina con la inexplicable desaparición de este último. Los esfuerzos de la policía para dar con su paradero se revelan inútiles, y la madre, convencida de que para explicar los hechos no bastan las explicaciones puramente racionales, confía en la ayuda de un equipo de espiritistas.
ONCE ("Una Vez"): Gratísima sorpresa venida de Irlanda, que nos cuenta de un joven que cada día se aposta con su guitarra en Grafton Street, la calle peatonal más emblemática de Dublín. Un día, una chica que vende flores en la misma calle le escucha con gusto y le pregunta acerca de su vida. Él le explica que además de trabajar en un modesto negocio familiar, compone y canta sus propias canciones para sacar un dinero extra. Al día siguiente vuelven a verse, charlan y se divierten, y resulta que ella, de nacionalidad checa, tiene estudios de piano. Poco a poco comienzan a hacerse amigos, quedan para tocar juntos y pronto cada uno le cuenta al otro sus anhelos y tristezas en la vida y en el amor.
La película está llena de canciones -que fueron compuestas especialmente para la película-, las cuales son en verdad extraordinarias (sólo por ellas quedaría por mucho pagada la película) y contienen unas letras llenas de sentido, que más que ayudar a la historia la desarrollan, pues no son un mero adorno sino esencia de la trama. Destacan algunas de ellas, como "Falling Slowly", que cantan y tocan a dúo en la tienda de instrumentos, o el maravilloso y emocionante tema "If You Want Me", cantado por ella en un nocturno y excepcional plano de una belleza abrumadora.

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