lunes, 6 de abril de 2009

¿Quién quiere ser millonario?

Slumdog Millonaire

Año: 2008
Duración: 120 minutos

El inglés Danny Boyle se dio a conocer al gran público en 1996, tras dirigir Trainspotting, impactante película sobre el mundo de las drogas. Fue el comienzo de una filmografía no demasiado extensa, pero sí bastante sólida en cuanto a calidad y respuesta comercial. Ha tocado diferentes géneros, pero en general, su cine se caracteriza por tratar temas serios y por imprimir un estilo visual contundente, muy imaginativo, envoltura perfecta para historias a menudo dramáticas sobre personas en situaciones límite. Así ocurre con Slumdog Millionaire, un film difícil de olvidar y probablemente la cumbre creativa de su director, y en el que, como ya hiciera en su simpática película Millones, vuelve a incidir en el tema del dinero. La crítica ha sido muy favorable, hasta el punto de que el film ha logrado 10 nominaciones al Oscar.

Ya sólo el arranque de la película ilustra el modo de proceder de Boyle, pues asistimos, por un lado, a la emisión del programa "¿Quieres ser millonario?", en su versión india, en donde un joven llamado Jamal Malik está a punto de ganar el mayor premio de la televisión de su país; y por otro, a las torturas a que es sometido el mismo concursante por ser sospechoso de hacer trampa. Con la excusa del interrogatorio de la policía, de modo muy inteligente y a pequeñas dosis, Boyle va introduciendo entonces la historia de Jamal y de cómo ha sido posible que contestara a todas las preguntas que se le han hecho hasta ese momento. Con esos primeros minutos, el director inglés consigue atrapar enormemente la atención del espectador y además le sorprende con la constatación de que no va a ver precisamente una comedia, sino un film altamente dramático y angustiante. Porque, desde su más tierna infancia, la vida del protagonista ha sido como una horrible pesadilla. El dramatismo aumenta gracias al uso estudiado de las angulaciones, a la potencia del sonido y la música, y al vivo montaje, a veces muy agresivo, que recuerda de alguna manera el estilo de Fernando Meirelles en Ciudad de Dios.

Ciertamente, la imagen de la India no sale muy bien parada en este film. Jamal Malik es lo que se llama un "perro de chabola" (el "slumdog" del título), un absoluto paria que se ha criado junto a su hermano en la más deplorable miseria en los suburbios de Bombay (actualmente Mumbai). Y como ellos hay millones de personas que harían lo que sea por llevarse alimento a la boca... Por si esto fuera poco, el guión de Simon Beaufoy, adaptación de la novela de Vikas Swarup, habla de las mafias que dominan la enorme metrópoli y que someten con engaños a los inocentes niños condenándoles así a la más cruel esclavitud. Esto, dicho sea de paso, da lugar a una de las escenas más estremecedoras que se recuerdan y que habla de los extremos de vileza a los que puede llegar el ser humano. De todas maneras, Boyle no busca regodearse en la violencia ni en la degradación moral, sino que centra su atención en la capacidad casi infinita del protagonista por superar los obstáculos, por conseguir el amor y por lograr una vida digna, aun cuando todo eso parece cosa de ciencia ficción. Realmente, como dice uno de los personajes, él nunca se rinde. Y eso reconforta.

La película reitera, de modo muy hermoso, la idea oriental del destino del hombre, de que su itinerario vital está escrito. Sin entrar en casuísticas filosóficas, esa convicción fundamenta la enorme esperanza que respira el protagonista del film, y por momentos hace olvidar la máxima "Nothing is written", mítica frase pronunciada por el occidental Peter O'Toole en Lawrence de Arabia. También son atractivas las dualidades del film: el difícil equilibrio entre los hermanos, y el continuo juego entre verdad y mentira, es decir, entre la vida real, a menudo llena de sufrimiento, y el mundo de la televisión, lleno de falsedad y apariencias. Por supuesto se ofrece asimismo una bella reflexión acerca de que la verdadera riqueza, más que en el dinero está en el amor y en la integridad. El clímax final, montado por acciones paralelas, es absolutamente gráfico en este aspecto. Por último, hay que destacar la soberbia interpretación de Dev Patel, un actor con cara de pánfilo y prácticamente debutante, pero que hace un trabajo extraordinario. Y se agradece el homenaje final del director al cine de Bollywood, con ese 'fantasioso' número musical en la estación, divertido broche final lleno de esperanza.

viernes, 3 de abril de 2009

Abril: El mes del terror


Los extraños
The Strangers

Año de producción: 2008
Dirección: Bryan Bertino
Intérpretes: Liv Tyler, Scott Speedman
Duración: 85 min.
Público apropiado: Jóvenes-adultos
Género: Terror




Planteamiento simple, terror eficaz. Así se puede resumir esta película, cuya trama se reduce a la mínima expresión. Tras la boda de un amigo, James y Kristen van a pasar la noche a una casa perdida en medio del campo. La situación entre ellos no es idílica, pues ella acaba de rechazar su proposición de matrimonio. Pero eso es lo de menos. A las cuatro de la mañana alguien llama a la puerta preguntando por una tal Tamara...

La película se promociona como "inspirada en hechos reales". Sea esto más o menos cierto, el director arroja algo de luz sobre la frasecita de marras: "Se cometen un sinfín de crímenes que no tienen explicación. Simplemente ocurren. Sólo nos queda enfrentarnos a las consecuencias". Quizá se trate la principal seña de identidad del film: el porqué es lo de menos. Aquí se trata simplemente de cómo tres personas enmascaradas se dedican a atormentar atrozmente a otras dos. Ese sobrio planteamiento -también a la hora de explicitar la violencia- remite por tanto a filmes como Funny Games, aunque aquí el terror y la puesta en escena son mucho más convencionales y simples, e incluso la atmósfera campestre y barata recuerda a las películas setenteras ambientadas en la América profunda.

Debuta en el guión y en la dirección el texano Bryan Bertino, y se le ven buenas maneras. Pese a que la propuesta puede hacerse por momentos algo monótona e insustancial, en general la película da un mal rollo tremendo y gustará a los aficionados al género. Hay una esmerada planificación, a la vez que ofrece una buena dosificación de la intriga y de los momentos de alta tensión (¡maldito tocadiscos!), mucho más presentes que los sustos típicos, aunque los hay de estirar el espinazo hasta el techo. En cuanto al reparto, destaca, y mucho, Liv Tyler, que lo pasa muy, muy mal.